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jueves, 3 de mayo de 2012

D O S

     El dos es un guarismo simple, aburrido, desaborido, por mucho que se empeñara Dª Antonia, mi primera maestra, en representarlo como un bellísimo cisne, a pesar de que en la cancioncilla, coreada por todos los párvulos, nos referíamos a otra ave. Cantábamos: El 2 es un patito que está tomando el sol.


     Siento por el susodicho dos, una antipatía genética e irracional que no terminaba de explicarme hasta hace unas horas, en las cuales he pensado en frío sobre este número par y, para mi extrañeza, también primo. El único en medio de los impares.

    Sin percatarme de ello, el dos está supeditando nuestra realidad, y si no comprueben ustedes, ahí van tres parejas: Sarkozy y Merkel, PSOE y PP, Real Madrid y Barça. Muchas más parejitas me vienen incomodando, sin embargo las dejaré en el saco roto donde las guardo, a ver si encuentran el descosido y se van a hacer puñetas.

    Nos estamos acomodando a este dos de las narices (que aunque tan sólo tengamos una, la mentamos en plural).

   Temo los extremos pares porque la realidad no es extremista, no es dualista. Ni arriba ni abajo, a media altura es el sitio. Ni de día ni de noche, el atardecer es extraordinario. Ni blanco ni negro, el gris tiene su encanto. Ni frío ni calor, la primavera es ideal. Ni por la izquierda ni por la derecha, por mitad de la vereda se contempla mejor el paisaje.

   Ni buenos ni malos, simplemente en la travesura está el secreto de la inquieta ingenuidad de un niño.