Enfrentándome de nuevo
al blanco, en un intento de recuperar un vicio innato que me vuelve a encajar
en el quicio del que tan a menudo me salgo por ese impulso visceral de mi
carácter fuerte e indomable, por ese defecto de fabricación cuya virtud, no muy
favorable, es protestar cuando no me viene al hilo la situación a la que me
enfrento.
Desde que me conozco he
tenido la necesidad vital de escribir, de contar, de relatar, teniendo el
convencimiento de trasmitir sentimientos ocultos por simple vergüenza al “qué
dirán”. Los años te dan un grado y van descargando en tu espalda ñoñeces y remilgos
y te arman de osadía para ponerte manos a la obra.
Bueno ya he flanqueado
la barrera del comienzo. Del retorno, diré más exactamente, porque de eso se
trata, de volver a entusiasmarme uniendo vocablos aquí y allá y si de paso
entretengo aquél o aquella que tropiece con uno de estos párrafos, pues habré
conseguido sentirme satisfecha y eso a estas alturas de mi existencia es todo
un logro.