Copyright

©Propiedad Intelectual RTA-241-10

miércoles, 25 de marzo de 2009

MICRORELATO

No sabía que aquel culo era un corazón dibujado en su honor.
Se alejó del tronco del magnolio, entornó los ojos. Si, a esa distancia si, pero ningún nombre aparecía grabado, ni siquiera unas iniciales que dieran una pista.
Paseó alrededor del árbol, hallaría algún indicio del autor. Alzó su cabeza observando el espeso follaje. Apartó con sus pies la hojarasca. Nada.
-¡Ya está!-.
Esbozó una dulce sonrisa. Buscó en el bolsillo del pantalón la navaja que la prima Mariana le regaló por su cumpleaños. Arañando la corteza, trazó una flecha y escribió: Antonio y Javier.
Mariana, escondida tras al arrayán, suspiró, encogió sus hombros y salió del jardín.

viernes, 20 de marzo de 2009

ANTONIO GÓMEZ DE ARANDA REYES


Antonio Gómez de Aranda Reyes

Granada 29/06/1.924
Granada 18/09/2000

Segundo hijo de Antonio Gómez de Aranda Sotomayor (Villanueva de las Algaidas-Málaga) y Carmen Reyes Garrido (Granada).
Nieto de Manuel Gómez de Aranda y Carmen Sotomayor línea paterna y de D. Manuel Reyes Clavero y Gumersinda Garrido línea materna.








El Pilar del paseo. Sangraba y no podía contener la hemorragia. Una herida abierta donde comienza la nariz hasta debajo del inicio de su ceja izquierda. Una de sus citracices.
El Bosque de la Alhambra. Es tarde, el niño no viene, todos le buscan, al final aparece, en sus manos, un gran tesoro: un nido de gorriones. Y el tirachinas en su pantalón.
El Rio Darro. Toda la ropa mojada y en los bolsillos los trofeos conquistados.
Dª Carmen tomó una determinación, Antoñito debía asistir al colegio, así no podían continuar. La Tata le consentía en exceso, su Maestro particular era incapaz de controlar su asistencia. La Academia Isidoriana, fue el centro escogido.
No contaron con la aprobación del niño. Su Libertad se esfumó y empezó a formar parte del mundo, un mundo que se la hacia infinito. Hasta ese día, Antoñito, sólo salía del Carmen con su madre a Misa. La familia les visitaba, los amigos también, los empleados de la casa se ocupaban de todo... El Carmen era su vida, no necesitaba nada más.
Su padre, Dº Antonio, ocupaba su tiempo en su afición favorita, la Caza, y en sus quehaceres agrícolas. Nada más. Contradictoriamente, fue un abuelo maravilloso. Su hermano Arturo, mayor que él siete años, tampoco le acompañaba en sus “travesuras”, pero fue su modelo, su ídolo. Sufrió Arturo. Durante la Guerra Civil se alistó con el rango de Alférez Provisional. Tuvo que dirigir un pelotón de fusilamiento en contra de su voluntad. No lo superó en toda su vida. Estuvo de seminarista, y no encontró la paz que buscaba. Decidió “gastar su vida” atendiendo al marginado. Se instaló en Madrid, donde se casó ya mayor. Tanto se preocupó del prójimo que se olvidó de él. Murió con 58 años y sin hijos. Su hermana Carmen, la pequeña de los tres hermanos, murió al año de nacer, lo que marcó a su madre el resto de su vida. Más tarde, Dª Carmen, buscaría a su niña en su nieta mayor, Maravillas.
Y creció, pero seguía siendo Antoñito para todos. Y eran muchos.
Formaban una gran pandilla de amigos y de primas. Su favorita, Merceditas. Bailes en el paseo del Carmen, junto al Rio Darro, cobraban la entrada y costeaban los gastos.
Comenzó a colaboran con su padre, en la Gestoria. Ahí comenzó su vida profesional, lo que le llevaría a convertirse en uno de los mejores Agentes de Seguros de Granada.
Y conoció a Loli, una de la dos hijas del teniente retirado de la Guardia Civil, Francisco Moreno, que en ese momento era funcionario del Ayuntamiento de Granada y amigo de su padre, por la relación laboral de ambos.
1.946, Gran Vía de Granada, Café-Musical Wollywood, artista invitado Antonio Machín. Allí la vio, entre un grupo de amigas. Y encontró su salvación.
En esa época, Antoñito, era un joven vital, alegre, con don de gentes, alocado en exceso (tal vez intentando huir de su realidad), preocupado de vivir sólo el instante, amante de las motos, inseparable de sus amigos...
Loli puso orden en su vida. Y todo comenzó a tener sentido.
Ella, maestra nacional en ejercicio en la localidad de Los Díaz, provincia de Granada.
Su noviazgo duró diez largos e intensos años. En el verano de 1.956 por fin, se casaron. Loli dejó el magisterio y se dedicó a su nuevo papel de esposa. En 1.957 nació su primera hija, Maravillas,(le prometió a la Virgen que si su primer hijo era niña le pondría su nombre, en recuerdo de la hermana que perdió). Catorce meses después nació la segunda, Inmaculada.
Alto, delgado, elegante, excelente tertuliano, gran conservador de sus orígenes, experto en relaciones públicas, amante de su hogar, apasionado por la naturaleza (dedicaba su tiempo libre a dar grandes paseos por el campo y por Sierra Nevada, así como a cazar la perdiz roja y el conejo), ameno escritor, perfeccionista, persuasivo, nervioso,... y como buen granaíno, gracioso y malafollá. Esto último no es una mala palabra, es una forma de ver la vida, una forma de ser, es algo único del granadino. No tiene traducción.
Y llegó la jubilación,1 de Septiembre de 1.990. Nunca superó esta nueva etapa de su vida, con ironía la llamaba “aparcamiento del ser humano”.
De nuevo, la cifra 10. Diez años vivió con su condición de jubilado, se fue el 18 de septiembre de 2.000.