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lunes, 4 de mayo de 2009

LA SANTA CRUZ




Tratar de ubicar esta fiesta en el tiempo resulta imposible. Data de muy antiguo. Lo que si está acreditado es que se inició como un homenaje militar a la Cruz, quizás en agradecimiento por las Cruzadas victoriosas frente al enemigo infiel.
El redoble de los tambores avisa, a muy temprana hora, con las claras del día, a todos los vecinos del lugar de que empieza una jornada de asueto. Tras recorrer las calles inician un nuevo recorrido deteniéndose en los distintos hogares donde durante un año se han custodiado cada una de las insignias.







Primero el Sable, después el Pincho, luego la Bandera. Por último se recoge y se incorpora a la comitiva la Madrina . Juntos hacen entrada en la Iglesia y da comienzo la misa solemne, puntualmente a las doce del mediodía.


Una vez terminado el Oficio, la Santa Cruz engalanada con flores e infinidad de cintas bordadas por las mujeres del pueblo y como pago de los favores recibidos por la venerada Cruz, comienza la procesión.





Más tarde el Ayuntamiento invita a comer a todos los asistentes.



Al caer la tarde y cuando el sol va desapareciendo tras el Alcornocal nuevamente se recorren la calles de la localidad, esta vez para el rezo del Santo Rosario. Terminada la peregrinación y ya en la plaza los nuevos mayordomos recogen las insignias que guardarán hasta el próximo 3 de Mayo.





La celebración termina acompañando, todos los vecinos hasta su vivienda, a la nueva Madrina que guardará el pequeño cofre de madera repletos de las cintas bordadas. Como agradecimiento la familia invita al personal a una copita de anís y pestiños.
Pero lo relatado no siempre ha sido así. El paso de los años va cambiando la tradición y se amolda a los nuevos tiempos.
Volviendo al pasado: enfermedades, calamidades, malas cosechas..., regían el devenir cotidiano de los campesinos, los que aferrados a su fe rezaban ante su Cruz intentando que por su mediación sus males fueran menores, prometiendo que de ser así la servirían organizando la fiesta del 3 de Mayo y bordando la mujer de la casa una cinta en recuerdo del favor recibido.
Ocurría que la familia, cuya manda debía de ser cumplida, se empeñaba económicamente de tal forma que hubo quién sucumbió en la ruina, por lo que era peor “el remedio que la enfermedad”. Por ello y dado que la celebración era de tal magnitud dineraria allá por los años 40, el párroco de aquél entonces decidió que no se celebrase más la festividad de la Santa Cruz.
Quedó en el olvido pero no en el fervor del pueblo.
Después de 35 años, la localidad añoraba tan singular y tradicional rito. Cada primavera solicitaban al párroco de turno recuperarlo y por fin accedió, eso si con una condición: las mandas no volverían a incluir tan opulentos y cuantiosos festejos a cargo de una familia.
Así se hizo y hasta hoy, donde todos y cada uno de los vecinos participamos en la exaltación de la Cruz. Las vísperas unas mujeres preparan las viandas y otras disponen la Iglesia y las andas de la Cruz. Los hombres se encargan de los trabajos más pesados.
Y aquella antigua tradición sigue viva en nuestra comunidad convertida en manifestación religiosa y profana a la vez, siendo el día del año en el que la convivencia y hermandad se respira por cada callejuela bajo la protección de la Santa Cruz.

sábado, 2 de mayo de 2009

LA CASA

LA PANTA BAJA.
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ENTRADA Y COMEDOR
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La Casa, desde primeros de s.XX se había destinado a posada del pueblo. Por ello la planta baja estaba destinada a cuadra, cocina y zaguán.

En la cuadra, los pesebres se ubicaban en el lateral derecho, a lo largo del muro. Sobre cada uno, un atadero en madera. Un ventanuco dejaba pasar luz y aire. En su día hubo de tener mejor aspecto del que nosotros encontramos, convertida en almacen de mil chirimbolos.


Dejarla diáfana, picar, rebajar suelo para dar altura, levantar tabiques, abrir hueco para comunicarla con la cocina, quitar pesebres respetando los ataderos, ampliar el vetanuco...
Diseñé dos aparadores que son el detalle coqueto de la habitación.















El resultado no necesita de más explicación.


LA COCINA
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A la voz de "quiero todo el mundo fuera, a la calle" Pepe Cañas, se enfrentó ante un muro de 85 cm. de grosor, todo él de tierra y piedras. Había que abrir una puerta para comunicar la cuadra (hoy comedor) con la cocina. Se rebajo el suelo hasta conseguir la altura óptima de la habitación. Se cerró el acceso a los cuartos y la cochinera y se reconstruyó la chimenea. Mi amiga Carmen y yo con el metro de costura fuimos midiendo y diseñando el tipíco rincón donde preparo mis mejores pucheros de hinojos ó coles.

La restauración de las vigas del techo, una por una, de cada estancia de la casa, ha sido fruto de la paciencia y buen hacer de Nicolás. Por eso creo que merece un punto aparte.