El aire llega envuelto en la dulce fragancia que hace recordar a la miel, transportandote a la niñez.
Cuando por fin accedía a mostrarnos el contenido de la fuente, la boca se hacía agua: un panal. Corríamos a la sombra de la parra y sentadas, mojabamos nuestros dedillos en la dulce golosina derramada, para después ir lamiendo cada unos de ellos.
Con su navaja troceaba la cera y nos daba. Al mascarla podias libar toda la miel de cada una de las celdas.
"Dulces recuerdos de niñez.
Entre soles y almendros: néctar dorado para la vejez.
Chiquilla, ¿quieres miel?,
para verano una orza te llevaré,
y el azabache de tu mirada en mi corazón prenderé."
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